miércoles, 25 de diciembre de 2024

Bajo el muérdago (Illya y Chloe TG/AR)

La siguiente historia es basada en la siguiente imagen con un toque Yuri lesbico para ver que piensan.



La noche de Navidad había sido una noche de fiesta para dos amigos, Ryujin y Kiriu. Habían estado bebiendo mucho y se habían dejado llevar por la euforia del alcohol. Estaban en una fiesta de Navidad en una casa grande, llena de música y risas.

Ryujin, un hombre grande y rubio, se levantó de la silla y se dirigió hacia Kiriu, otro hombre moreno y alto. Kiriu se encontraba riendo y sonriendo, pero Ryujin se sintió que tenía que hacer algo divertido.

"¡Es hora de broma!" gritó Kiriu, con la voz desafinada.

Ryujin se dio la vuelta y sonrió. "¡Vamos! ¿Qué broma?"

Kiriu se acercó a Ryujin y le toco en su mejilla con un muérdago. Kiriu reaccionó rápidamente y trató de besar a Ryujin, pero Ryujin se retiró rápidamente.

"¡No! ¡No te atreves!" gritó Kiriu, riendo.

Ryujin se quedó confundido y sonrió. "¿Qué pasa? ¿Es una broma?"

Kiriu se rió aún más. "Sí, es una broma. Te besare con un muerdago. ¿Te gusta?"

Ryujin se rió también. "No es momentos para bromas infantiles".

Con eso dicho Ryujin quiso dejarlo así, pero como ambos estaban borrachos Kiriu no dejaría que escapara de esta travesura.

Kiriu empujó a Ryujin hacia atrás y comenzó a perseguirlo, gritando "Beso navideño!" mientras Ryujin corría en dirección opuesta. Los demás invitados a la fiesta se unieron al juego, riendo y gritando "Beso navideño!" mientras se precipitaban hacia Ryujin.

Ryujin, intentando escapar, corría con todas sus fuerzas, pero Kiriu lo persiguió, siempre a un paso del siguiente. Los dos amigos se habían convertido en figuras de un juego ridículo, y todos estaban divertidos.

Ryujin y Kiriu continuaron corriendo por la casa, sus piernas moviéndose a toda velocidad. Su cabello comenzó a crecer con una velocidad asombrosa, convirtiéndose en cabellos largos y lizos que les caían sobre los hombros mientras corren.

Sus ropas también cambiaron, volviéndose más como las de niños andróginos. Sus pantalones y camisetas se convirtieron en Shorts y tops cortos, y sus zapatos se convirtieron en zapatillas de deporte.

A medida que corrían, su cuerpo continuaba cambiando, pero no se detuvieron a preguntarse qué estaba sucediendo con ellos. Simplemente seguirían corriendo, evitando ser atrapados por sus amigos y familiares.

La casa se convirtió en un laberinto de cuartos y pasillos, y Ryujin y Kiriu se perdieron en él. Pero no parecían importarles, ya que estaban demasiado ocupados corriendo y riendo.

Sus voces se convirtieron en gritos de alegría y risa, mientras corrían por la casa. Sus risas se convirtieron en una especie de canto, un canto que resonaba a través de la casa.

"¡Beso navideño! ¡Beso navideño!" gritaban, mientras corrían y saltaban por la casa.

Su cabello largo y lioso les caía alrededor del rostro mientras corrían, y sus ojos brillaban con alegría y diversión.

No paraban nunca, y no se detenían. Simplemente seguían corriendo, evitando ser atrapados y disfrutando de la emoción del juego.

La casa se convirtió en un espejo para su imaginación, y Ryujin y Kiriu se convirtieron en dos figuras de un sueño infantil. Corrían por la casa, riendo y gritando, sin cesar.

Ryujin y Kiriu continuaron corriendo por la casa, sus piernas moviéndose a toda velocidad. Su cabello comenzó a crecer con una velocidad asombrosa, convirtiéndose en cabellos largos y lizos que les caían sobre los hombros mientras corren.

Su ropa también cambió, volviéndose más como las de niños andróginos. Sus pantalones y camisetas se convirtieron en shorts rosados y tops blancos, con un diseño de estrellas y corazones en todo lugar. Los shorts rosados de Ryujin estaban un poco más grandes que los de Kiriu, que parecían haberse ajustado perfectamente a su cuerpo.

Sus zapatos se convirtieron en zapatillas de deporte rosadas, que se ajustaban perfectamente a sus pies pequeños. Los zapatillas de deporte rosadas de Ryujin tenían un diseño de estrellas y corazones en todo lugar, mientras que los de Kiriu tenían un diseño de flores y hojas.

A medida que corrían, su cuerpo continuaba cambiando, pero no se detuvieron a preguntarse qué estaba sucediendo con ellos. Simplemente seguirían corriendo, evitando ser atrapados por sus amigos y familiares.

La casa se convirtió en un laberinto de cuartos y pasillos, y Ryujin y Kiriu se perdieron en él. Pero no parecieron importarles, ya que estaban demasiado ocupados corriendo y riendo.

Sus voces se convirtieron en gritos de alegría y risa, mientras corrían por la casa. Sus risas se convirtieron en una especie de canto, un canto que resonaba a través de la casa.

"¡Beso navideño! ¡Beso navideño!" gritaban, mientras corrían y saltaban por la casa.

Su cabello largo y lioso les caía alrededor del rostro mientras corrían, y sus ojos brillaban con alegría y diversión.

No paraban nunca, y no se detenían. Simplemente seguían corriendo, evitando ser atrapados y disfrutando de la emoción del juego.

La casa se convirtió en un espejo para su imaginación, y Ryujin y Kiriu se convirtieron en dos figuras de un sueño infantil. Corrían por la casa, riendo y gritando, sin cesar.

Mientras continuaban corriendo por la casa, Ryujin y Kiriu comenzaron a sentir un cambio en su cuerpo. Su forma andrógina comenzó a cambiar, y se convirtieron en dos niñas hermosas.

Kiriu, que ahora tenía un cabello rosado y ojos de color rosa con toques ambar, sonrió con una serenidad que Ryujin no había visto antes. Su personalidad también había cambiado, pasando de ser astuta y manipuladora a ser tranquila y despreocupada.

Ryujin, por otro lado, tenía un cabello rubio y ojos rojos. Su personalidad también había cambiado, pasando de ser tímida y nerviosa a ser más inocente y vulnerable. Se ponió nerviosa y asustada al ver el cambio que se estaba produciendo en su cuerpo y en su relación con Kiriu.

Kiriu, que ahora parecía tener una comprensión más profunda de las emociones de Ryujin, se acercó a ella con una sonrisa tierna. "No te preocupes, Ryujin", dijo. "Todo está bien. Estamos juntas, y eso es lo que importa".

Ryujin, que se sentía confundida y asustada, no pudo responder. Kiriu la abrazó suavemente y la llevó a un rincón de la casa, donde se sentaron juntas en silencio.

Mientras tanto, Kiriu comenzó a sonreír con una astucia que Ryujin no había visto antes. Su ojos rojos brillaban con una inteligencia y una astucia que hacían que Ryujin se sintiera más vulnerables que nunca.

Ryujin, que se sentía atrapada y manipulada por Kiriu, no podía ayudar sino sentirse más y más asustada y confundida. Kiriu, por otro lado, parecía disfrutar de su situación, sabiendo que tenía el control sobre Ryujin y podía hacer con ella lo que quisiera.

La situación se volvió cada vez más tensa, con Ryujin sintiendo que estaba siendo atrapada y manipulada por Kiriu. Pero Kiriu simplemente sonrió y se sentó más cerca de Ryujin, sin dejar de mirarla con Those ojos rojos brillantes.

Ryujin y Kiriu se dieron cuenta de que estaban muy cerca uno de otro. No se detuvieron, sino que seguiron corriendo, sus pies pareciendo moverse de solita. De repente, sin previo aviso, Kiriu se detuvo y se dio la vuelta para enfrentar a Ryujin.

Ryujin, sorprendida, se detuvo también y se preparó para lo que fuera posible suceder. Pero en lugar de una acción agresiva, Kiriu se acercó a ella con una sonrisa lascivo en su rostro.

Se besaron, un beso apasionado que se convirtió en un momento mágico y transformador para ambas. Ambas empezaron a sentir una sensación muy extraña en la región púbica, mientras se besaban y empezaban invirtiera, mientras los órganos reproductivos femeninos se formaban dentro de sus pequeños cuerpos buscando nuevos hogares como un par de ovarios a los lados de un útero en crecimiento dentro de ellas; una sensación de torsión los seguía a medida que se formaban los tubos y se fusionaban con ellos. El estrógeno comenzó a bombear, estimulando aún más su evolución hacia la feminidad, diluyendo el semen blanco que brotaba de sus pollas, sus cuerpos no estaban acostumbrado a las sensaciones extrañas y no sabían cómo adaptarse a ellas. Eso solo sirvió para hacer que el confuso placer fuera más enloquecedor para ambas. Pero en todo este caos, ambas siguieron gimiendo de placer mientras se seguían besando como una pareja.

Mientras besaban, sus recuerdos y personalidades terminaba de cambiar. Kiriu, que antes era un personaje andrógino, se convirtió en una niña con cabello rosado y ojos de color rosa con toques ambar. Su personalidad se transformó también, pasando a ser más astuta y manipuladora que Ryujin. Era capaz de captar las sutilezas de las personas y utilizarse a su favor, y podía ser muy descarada y desenfrenada en sus acciones.

Ryujin, por su parte, se convirtió en una niña con color rubio y ojos rojos. Era más tranquila y despreocupada que Kiriu, pero su timidez y nerviosismo la hacían vulnerable a las bromas y juegos de su hermKuro. Sabía que Kiriu siempre estaba dispuesta a hacer algo para entratarla, y se ponía nerviosa al pensar en las posibles situaciones que su hermKuro podría crear para ella.

La transformación fue mágica, y Ryujin y Kiriu se miraron entre sí, sorprendidas por sus nuevas personalidades y apariencias.

Kiriu, ahora con su nuevo nombre de Kuro von Einzbern, se rió bromeando con Ryujin, ahora Illyasviel von Einzbern, alias Illya, que se puso nerviosa y tímida ante su nueva situación. Olvidando lo anterior, reanuraron lo que estaban haciendo.

Sus labios se movían en sincronía, mientras sus lenguas se entrelazaban en un baile apasionado. Kuro pasó su mano por el pecho de Illya, rozando suavemente su seno pequeño y firme. Illya gimió suavemente, y Kuro sonrió, sabiendo que la estaba excitando.

Illya, a su vez, pasó su mano por el pecho de Kuro, tocando su seno pequeño y delicado. Kuro se estremeció, y sus labios se separaron por un momento, antes de volver a unirse en un beso apasionado. Ambas pasaron de estar pegadas a la pared besándose es que ahora están acercándose para acostarse en su cama,

Mientras se besaban, sus piernas se entrelazaron, y sus cuerpos se acercaron aún más. Sus manos se deslizaron por sus muslos, rozando suavemente la piel suave y delicada. La tensión entre ellas era palpable, y el aire estaba cargado de deseo y pasión.

Sus cuerpos entrelazados en una movida con mucha fluides, mientras exploraban sus nuevos cuerpos. En un gesto ligero, Kuro inclinó su cabeza hacia adelante, y Illya se correspondió, sus labios se tocaron suavemente en un beso en el que entrelazaban sus lenguas con pasión. Un toque apasionado que desencadenó un arrebato de pasión en ambas. La música se detuvo temporalmente, y solo se escuchaba el susurro de sus respiraciones, los golpes de sus corazones y el susurro de su alegría.

La escena se desdibujó en una mar de pasión, sus cuerpos se fundieron en una sola masa de amor y deseño, sus labios se encontraron de nuevo, esta vez con una intensidad que no había habido antes. La música regresó, pero ahora era un acompañamiento para su ritmo, un ritmo que no tenía límites ni fronteras. Solo había el beso, el calor, la pasión y el amor que los unía. Kuro y Illya se miraron a los ojos y, con una voz unida, murmuraron en unison: "Feliz Navidad". La música regresó, esta vez con una versión instrumental de "Feliz Navidad", y el ritmo de sus corazones se convirtió en un símbolo de amor y aceptación.


Felices fiesta y Feliz navida.

 Solo vengo a felicitar a todos los que aún ven mis publicaciones. Aqui unas imagenes que hacen cosplay de la señora Claus.















sábado, 21 de diciembre de 2024

La magia navideña de la Señora Claus: Un cuento de Navideño de Kämpfer.

Era Nochebuena en la ciudad de Tokio. Senou Natsuru, un joven japonés de cabello y ojos azules, caminaba solo y triste por las calles iluminadas. No había podido reunirse con su familia para celebrar Navidad este año y eso lo llenaba de melancolía.

Mientras pasaba por un vecindario residencial, Natsuru levantó la vista y vio una extraña visión. Una mujer mayor, con un vestido rojo y blanco, salió repentinamente de una chimenea. Natsuru se sorprendió al verla levitar en el aire por un momento antes de comenzar a caer.

Apresurándose hacia la casa, Natsuru esperaba poder ayudar a la misteriosa mujer. Pero cuando llegó al techo, no había rastro de ella. Todo lo que quedaba era un traje de Santa Claus vacío tirado en el suelo junto a la chimenea.

"Qué extraño..." pensó Natsuru mientras examinaba la escena. "¿Adónde habrá ido esa señora?" El incidente ciertamente había despertado su curiosidad.

Mientras Natsuru examinaba el misterioso traje vacío, sintió el frío de la noche calar sus huesos. Aunque vacilante, decidió ponérselo para entrar en calor. Al meter las manos en los bolsillos, encontró una vieja tarjeta navideña con un mensaje sobre ser la Señora Claus.

Natsuru se rió pensando que era una broma y, sin darle importancia, se abotonó el abrigo rojo y continuo caminando. Poco a poco, pequeños copos de nieve comenzaron a caer del cielo nocturno. La nevada arreció gradualmente, convirtiéndose en una fuerte tormenta invernal.

Mientras Natsuru continuaba caminando por las calles, la nevada arreció gradualmente. Al principio eran pequeños copos de nieve, pero pronto se convirtió en una fuerte tormenta invernal.

Para sorpresa de Natsuru, mientras avanzaba notó algunos cambios en su cuerpo. Su vello corporal comenzó a desaparecer, dejando su piel suave. Sus caderas se volvieron más angostas y sus pechos crecieron hasta una talla pequeña.

Inconscientemente, empezó a tararear villancicos navideños. Al pasar por las tiendas y decoraciones festivas del distrito comercial, el cabello puntiagudo de Natsuru se volvió más lacio y largo.

Sorprendido por estas transformaciones, Natsuru se detuvo un momento a observar su reflejo en un escaparate. Definitivamente lucía más femenino y no entendía la razón. ¿Tendrían algo que ver los cambios con el misterioso traje rojo que llevaba puesto?

Mientras Natsuru se miraba en el escaparate, vio un conjunto de maniquíes vestidos como Santa Claus, la Señora Claus y un pequeño elfo. Esto lo hizo imaginar cómo sería si él fuera Santa, con su enamorada Kaede Sakura como la Señora Claus y un hijo juntos.

La fantasía navideña fue interrumpida cuando Natsuru notó que la tormenta de nieve se hacía más densa. Decidió que era hora de buscar refugio, así que continuó caminando.

A medida que avanzaba por la calle, sus pechos siguieron creciendo hasta alcanzar un tamaño mediano. Sus brazos y piernas se volvieron más delgados y suaves, perdiendo masa muscular. Sus pies también se encogieron, haciendo que sus zapatos le quedaran grandes.

Natsuru estaba desconcertado por estos cambios progresivos en su cuerpo. Claramente se estaba transformando, adoptando una figura cada vez más femenina. ¿Sería permanente? ¿Era por el traje mágico de Santa Claus? Tenía que llegar a casa y averiguar qué estaba pasando.

Mientras avanzaba por la calle cubierta de nieve, Natsuru no se percató que sus pechos habían crecido a un tamaño mediano y que sus extremidades se volvían más delgadas y suaves. Inconsciente de su transformación física, sus pensamientos estaban enfocados solamente en llegar a casa y escapar de la tormenta.

Sus pies se sentían extraños dentro de sus zapatos, como si le quedaran grandes, pero Natsuru lo atribuyó al entumecimiento por el frío. No tenía idea de que su cuerpo estaba adoptando una figura progresivamente más femenina.

Distraído por el clima y anhelando el calor de su hogar, continuó caminando penosamente por la nieve acumulada, tarareando villancicos navideños en voz baja. La magia del misterioso traje rojo seguía surtiendo efecto sin que él lo notara.

Perdido en sus pensamientos, Natsuru no se dio cuenta cuando sus zapatos se transformaron mágicamente en un par de botas navideñas con bordes de piel blanca. Tampoco notó cuando su ropa interior masculina se convirtió en delicada lencería femenina.

Mientras seguía avanzando penosamente por la nieve, sus facciones se volvieron más finas y delicadas. Su mandíbula se redondeó, sus pestañas crecieron más largas y sus labios se volvieron más llenos. El hechizo del traje obraba su magia, pero Natsuru permanecía completamente ajeno a los cambios.

Para él, lo único real era la necesidad de escapar de la tormenta y llegar al calor de su hogar. Con determinación siguió caminando, tarareando en voz baja. Su apariencia externa ya tenía muy poco de masculino, pero su mente estaba enfocada solamente en encontrar refugio.

Con cada paso, la magia del traje navideño seguía transformando el cuerpo de Natsuru. Sus hombros se estrecharon mientras su cintura se curvaba en una silueta de reloj de arena. Sus caderas y muslos se redondearon, dándole una apariencia más delicada.

Incluso sus manos se volvieron más pequeñas y finas. Su piel se suavizó hasta sentirse como seda. Al mismo tiempo, el abrigo rojo comenzó a encogerse, adaptándose perfectamente a la nueva figura femenina de Natsuru.

Su cara terminó de redondearse, con pómulos altos, labios carnosos y grandes ojos expresivos. Su cabello creció abundante, cayendo en suaves ondas sobre sus hombros. Era una belleza exótica, con facciones delicadas, pero innegablemente japonesas.

Ajeno a su metamorfosis, Natsuru sólo sentía alivio cuando finalmente llegó a su edificio, protegido de la tormenta. Sin saber que ya no era el mismo de antes, se dirigió a su casa.

Mientras caminaba, la magia del traje navideño se infiltró en la ropa de Natsuru. Su bóxer se encogieron, la tela se volvió más suave y delicada. El elástico se transformó en encaje y sedosos moños. Pronto la ropa interior masculina se había convertido en un par de bragas con una tanga atrevida.

Debajo del abrigo, su camiseta blanca también cambió. Se pegó a su cuerpo, acentuando sus nuevas curvas sensuales. Los tirantes se desvanecieron, dejando sus hombros al descubierto. El cuello se volvió en V, exponiendo el nacimiento de sus pechos. La tela se volvió tan transparente que apenas ocultaba la lencería de encaje.

Inconsciente de estas transformaciones íntimas, Natsuru solo sentía alivio al estar protegido de la tormenta dentro de su abrigo. No tenía idea de la ropa femenina y reveladora que ahora llevaba debajo, resultado de la magia que seguía cambiando su cuerpo.

Mientras Natsuru seguía caminando por las calles del distrito comercial, su mente divagaba en ensoñaciones navideñas. Se imaginaba como una atractiva Señora Claus, despertando el deseo del típico Santa regordete.

Absorta en estas fantasías, no se percató cuando su miembro se endureció contra la delicada tela de las bragas. Tampoco notó cómo su ropa se transformaba mágicamente en un revelador atuendo navideño.

De pronto, sus tacones altos resbalaron en un parche de hielo oculto bajo la nieve. Natsuru cayó hacia atrás, aterrizando en un banco de nieve blanda.

Aturdida pero ilesa, se incorporó lentamente, sacudiendo la nieve de su voluminosa falda roja y ajustada blusa blanca. Ajena a su transformación, se concentró solo en llegar a casa para escapar del frío.

Mientras Natsuru se ponía de pie, la tormenta arreció con fuerza. De pronto, uno de los Santas del distrito comercial se acercó y le tendió la mano amablemente para ayudarla.

Al verlo, el corazón de Natsuru comenzó a latir rápidamente. Nerviosa y sonrojada, pensó que era el hombre más atractivo que había visto. Sin que ella lo notara, su miembro liberó su último resto de esperma masculino dentro de las bragas.

"Señorita, debería refugiarse de la tormenta. Por favor, venga conmigo, la llevaré a un lugar seguro," dijo el Santa con una voz grave y varonil.

Natsuru solo pudo asentir, demasiado abrumada por la cercanía del apuesto extraño. Tomó su mano enguantada y lo siguió como en un trance, sintiendo una atracción que no podía comprender.

El Santa llevó a Natsuru a una pequeña cabaña navideña en un área aislada, lejos de la vista de todos. Al darse cuenta de que estaban completamente solos, los pechos de Natsuru crecieron hasta alcanzar un voluptuoso tamaño materno.

Su mente se llenó de pensamientos sobre cómo una buena esposa de Santa Claus debería complacer a su hombre. En ese instante, su miembro se retrajo y sus genitales se transformaron mágicamente en una vagina perfectamente femenina, con ovarios y útero funcionales.

Natsuru sintió un hormigueo desconocido entre sus piernas cuando su nueva vulva segregó fluidos por primera vez, empapando sus bragas de encaje. Una parte de ella quería entregarse al apuesto extraño que la había traído hasta aquí.

"Por favor bellísima señora, póngase cómoda junto al fuego mientras voy por unas mantas," dijo el Santa galantemente antes de retirarse más adentro de la cabaña.

Natsuru asintió sumisamente, anhelando ser poseída por este hombre que despertaba su nueva naturaleza de hembra…

Mientras el apuesto Santa se dirigía a la cocina para preparar chocolate caliente, Natsuru comenzó a fantasear sobre cómo sería vivir siempre así con él. Se imaginó siendo una feliz ama de casa en esta acogedora cabaña, atendiendo cada necesidad de su amado.

Cuando él regresó con dos tazas humeantes, Natsuru le agradeció dulcemente.

"Por cierto, con todo esto no me he presentado formalmente. Mi nombre es Natsuru," dijo con una sonrisa tímida.

"Encantado de conocerte Natsuru. Yo soy Kris Kringle, pero la mayoría me conoce como Santa Claus," contestó él con un guiño.

Natsuru se quedó boquiabierta al escuchar eso. ¡Estaba en presencia del mismísimo Santa! Su corazón rebosaba de alegría. Tal vez sus sueños de convertirse en la Señora Claus podrían hacerse realidad después de todo.

"Es un verdadero honor, Santa. Gracias por traerme aquí, creo que este es justo el lugar donde debo estar," respondió ella con ojos brillantes de emoción.

Santa y Natsuru comenzaron a conversar amenamente mientras bebían el chocolate caliente. Él le contó que pronto tendría que partir a entregar regalos, continuando con su trabajo navideño.

"Y tú Natsuru, ¿qué te traía por el distrito comercial con este clima?" preguntó Santa.

Natsuru frunció el ceño pensativamente. "Ahora que lo pienso...no lo recuerdo. Sé que estaba caminando por las calles, pero no logro recordar la razón."

"Oh, probablemente solo estabas distraída disfrutando las decoraciones navideñas, no te preocupes," dijo Santa tranquilizadoramente.

Siguieron bebiendo el chocolate, cuyas propiedades mágicas comenzaban a alterar las memorias de Natsuru, tal como Santa pretendía. Pero ella no tenía idea de esto, simplemente se sentía feliz de estar allí con él.

Mientras Natsuru bebía el chocolate, nuevos recuerdos reemplazaron su vida pasada.

Se vio a sí misma como Natsumi, una niña japonesa que amaba la Navidad. Recordó vívidamente cómo de pequeña se quedaba despierta intentando atrapar a Santa Claus, y cómo se esforzaba por portarse bien todo el año con la esperanza de estar en la lista de los niños buenos.

De adolescente, soñaba con un día poder acompañar a Santa en su trineo para ayudarlo a repartir regalos alrededor del mundo. Fantaseaba con conocer su taller secreto en el Polo Norte. Para Navidad pedía juguetes y adornos con la temática de Santa Claus.

Cuando cumplió 18 años, Natsumi organizó un viaje con amigos durante las vacaciones para ir a ver lugares famosos por avistamientos e historias sobre Santa Claus. La noche antes de regresar a casa, mientras viajaban en autobús por una peligrosa carretera de montaña durante una fuerte tormenta invernal, ocurrió un accidente.

El conductor perdió el control y el autobús se precipitó al vacío, dando vueltas hasta estrellarse con fuerza contra el suelo cubierto de nieve. Natsumi estaba gravemente herida, siendo la única sobreviviente. Creyendo que iba a morir sola allí, comenzó a llorar.

De repente, una figura grande con traje rojo y barba blanca surgió de la noche. ¡Era Santa Claus, justo como lo había imaginado desde pequeña! Su corazón se llenó de esperanza.

Santa la cargó suavemente entre sus fuertes brazos y le prometió que la llevaría a un lugar seguro. Natsumi no podía creer que su héroe de la infancia fuera real. Se aferró a él, sintiéndose protegida.

Conforme Santa la llevaba volando hacia el Polo Norte, Natsumi se sentía cada vez más atraída por él. Ya no lo veía como una figura paternal, sino como el apuesto hombre que siempre había soñado. Al llegar a su taller secreto, se miraron a los ojos y compartieron un beso profundo y romántico, sabiendo que estaban destinados a estar juntos.

Luego de beber el chocolate con propiedades mágicas, una sonrisa se extendió por el rostro de Natsuru mientras los falsos recuerdos se asentaban en su mente. Ahora todo tenía sentido, ella estaba en una cita romántica la noche de Nochebuena con su amado Santa Claus.

Como cada año, él la había traído a su cabaña especial donde compartirían una velada íntima y posteriormente harían el amor, celebrando su unión y su rol como los Señores Claus.

Natsuru se sentía extasiada al recordar los apasionados encuentros sexuales que habían tenido. Este año no sería la excepción. La sola idea de volver a entregar su cuerpo al hombre de sus sueños la llenaba de anticipación y deseo.

"Oh Santa, ya casi había olvidado nuestra tradición navideña...pero ahora lo recuerdo todo claramente," ronroneó ella con voz seductora. "No veo la hora de demostrarte mi amor una vez más."

Sus ojos centelleaban de lujuria. Estaba lista para consumar la fantasía y convertirse verdaderamente en la Señora Claus.

Llenos de pasión contenida, Santa y Natsuru comenzaron a besarse febrilmente. Sus lenguas se enredaban mientras sus manos recorrían sus cuerpos anhelantes.

Con movimientos expertos, él desvistió a Natsuru hasta dejarla solo en su provocativa lencería roja. Ella hacía lo propio, desabotonando su saco y pantalones para dejar al descubierto su firme y musculoso cuerpo.

Entre caricias cada vez más íntimas, las últimas prendas cayeron, dejándolos piel con piel. Se recostaron frente al fuego en la mullida alfombra. Natsuru se estremecía al sentir los besos de Santa descender por su cuello hasta sus pechos.

Luego fue su turno de complacerlo, besando y acariciando cada rincón de su ser. Cuando ya no podían esperar más, ella lo montó y ambos comenzaron a moverse al unísono, llegando juntos al clímax.

Exhaustos pero dichosos, se abrazaron bajo una manta, still recuperando el aliento. Habían reafirmado su amor y la magia navideña los envolvía. Juntos guiarían la Navidad por muchos años más.

Santa y Natsuru se fundieron en un apasionado beso, expresando todo el amor y deseo que habían contenido. Sus bocas se movían al unísono, sus lenguas danzando en perfecta sincronía. Manos ávidas comenzaron a explorar sus cuerpos, buscando más cercanía

Con delicadeza, Santa desabotonó el ajustado vestido rojo de Natsuru, deslizándolo por sus hombros hasta dejarla sólo en un revelador conjunto de encaje carmesí. Sus dedos recorrieron cada curva y rincón de su piel cremosa, ahora expuesta. Natsuru suspiraba y se estremecía ante el tacto experto de su amado.

Ella procedió a quitarle la casaca y camisa para sentir los músculos firmes de su pecho y brazos. Le encantaba ese contraste de fuerza y ternura en él. Luego desabrochó el cinturón y bajó el cierre, haciendo caer los pantalones y la ropa interior.

Quedaron piel contra piel, abrazados sobre la alfombra frente a la chimenea. Las manos de Santa acunaron los senos de Natsuru, su boca repartiendo besos desde el cuello hasta los pezones. Ella se retorcía de placer bajo su tacto, sintiendo su feminidad humedecerse.

Rodaron para quedar él abajo. Natsuru lo cubrió de besos, bajando desde los labios, pasando por las clavículas, el torso trabajado y finalmente llegando a su miembro erecto. Lo tomó con su boca, arrancando gruñidos de goce en Santa.

Luego lo montó a horcajadas, uniendo sus cuerpos en un solo ser. Comenzaron a moverse juntos, encontrando un ritmo apasionado. Sus caderas se movían al compás, llevándolos a la cima del éxtasis una y otra vez. Jadeos y palabras de amor llenaban la habitación.

Agotados pero rebosantes de dicha, rodaron hacia un costado, aún abrazados. Las llamas crepitantes en la chimenea bañaban sus cuerpos saciados en un resplandor anaranjado. Recuperaron el aliento, con sus corazones latiendo al unísono.

"Eres mi regalo de Navidad perfecto," susurró Santa, besando la frente de Natsuru tiernamente. "Contigo a mi lado, estoy listo para compartir la magia de la Navidad un año más".

Ella sonrió radiante. "Y tú eres el mejor regalo que he recibido, mi amor." Se sentía completa ahora que había reafirmado su unión con el verdadero Santa Claus. Juntos guiarían la Navidad por muchos años por venir.

Natsuru se acurrucó en sus brazos protectores, sabiendo que este era su hogar. El hombre de sus sueños la había hecho suya y nada los separaría jamás. Con ese pensamiento feliz, se dejó llevar por el sueño, esperando ansiosa muchas más Nochebuenas junto a su amado.

Natsuru despertó primero, contemplando a su amado Santa aún dormido. Con cuidado tomó el abrigo rojo mágico colgado en la silla. Al revisar los bolsillos, encontró dos papeles de 85mm x 55mm, del mismo tamaño para ambos.

Uno era una tarjeta con la cláusula declarando que la primera mujer en ponerse el abrigo se convertiría en la Señora Claus. Natsuru sonrió creyendo que ella había creado esa regla mágica, ya que la había creado para que en caso de algo le pasara, su querido esposo nunca estuviera solo en su vida.. Pero realmente la magia ya estaba surtiendo efecto en ella sin que lo supiera.

La otra nota navideña decía: "Te amo, feliz Navidad. ¿Te casarías conmigo?". Dentro había una pequeña caja aterciopelada con un deslumbrante anillo de compromiso.

Al leer la propuesta matrimonial, Natsuru lloró de alegría. Anhelaba despertar a Santa para aceptar, pero antes quería sorprenderlo.

Fue al armario por la lencería roja que a él le encantaba. Se vistió provocativamente y puso un delantal blanco. Luego horneó galletas con chispas de chocolate y preparó leche caliente.

Mientras cocinaba, imaginaba caminando hacia Santa vestida de novia, creyendo que ella había sido la primera y única Señora Claus. Él la esperaría en un altar adornado con muérdago y flores navideñas.

Cuando todo estuvo listo, llevó la bandeja a la habitación, donde Santa seguía profundamente dormido. Se sentó a su lado, despertándolo a besos. Él sonrió al verla con ese atuendo tan sugerente.

Ella le mostró el anillo, con lágrimas de dicha. "Acepto con todo mi corazón" susurró antes de besarlo apasionadamente. Comieron celebrando su compromiso, soñando despiertos sobre su futura boda.






Hipnosis masiva. Scathach TG Parte 2.

La noche envolvía el casino en un aura de misterio, y las luces de neón parpadeaban, reflejándose en las superficies de cristal y los espejos que adornaban el lugar. Allí se había reunido un grupo de Scathachs, clones del famoso guerrero y maestro de las runas. 

Habían sido creados con un único propósito: complacer a su invocador. Sin embargo, algo en su programación y en las circunstancias había provocado una desviación. Al observar la violencia y el caos desatados por otros Scathachs en la ciudad, estos clones habían optado por tomar un camino diferente.

Estos Scathachs, en su mayoría jóvenes en sus vidas anteriores, aún conservaban fragmentos de inocencia y curiosidad latente. La orden de complacer a su invocador no tenía por qué significar necesariamente exhibiciones de fuerza o combate. ¿No podría haber otras formas de demostrar su lealtad, su devoción? Y así, llegaron a la idea de explorar una faceta que nunca habían considerado: su feminidad.

El casino, con sus luces vibrantes y su ambiente glamuroso, se convirtió en su refugio. Era el escenario perfecto para explorar esta nueva faceta suya. De pie ante los espejos del camerino, las Scathach empezaron a observar sus reflejos con atención, descubriendo cada una algo diferente en la imagen que les devolvía la mirada. Por primera vez, notaron el brillo de sus ojos carmesí, la elegancia de sus posturas, la forma en que sus cuerpos proyectaban una belleza que intimidaba y cautivaba a la vez.

En un rincón del camerino, encontraron una colección de trajes de conejo morados, a juego con sus intensas miradas y su larga melena púrpura. Aunque algunas dudaron al principio, la curiosidad acabó venciendo. Se prueban los trajes con nerviosismo, compartiendo risas y miradas socarronas. Con el tiempo, la incertidumbre se convirtió en confianza, y pronto cada una de ellas adoptó una postura elegante y segura frente al espejo, descubriendo una nueva forma de expresar su devoción.

A medida que se ajustaban los trajes, perfeccionaban sus sonrisas y practicaban miradas seductoras, las Scathach empezaron a sentirse más cómodas en sus nuevos papeles. No habían abandonado sus instintos guerreros, pero en aquel momento, sus lanzas y habilidades de combate eran irrelevantes. La lealtad que sentían se centraba en mostrar un lado más suave y coqueto sin renunciar a la fuerza que les definía.

Una de las Scathach, mirando su reflejo en el espejo, ensayó una suave pero intensa sonrisa, imaginando cómo podría reaccionar su invocadora al verla así. Sin necesidad de palabras, todas compartían el mismo pensamiento: su objetivo era complacerle, y habían encontrado una nueva forma de hacerlo. Su feminidad se convirtió en un arma adicional, una herramienta poderosa y sutil que utilizarían no para la guerra, sino para cumplir su propósito de una forma más completa.

Otra Scathach, que posaba ante los espejos, soltó una risita contenida mientras se ajustaba las orejas de conejo que llevaba en la cabeza. La mayoría nunca había pensado en su apariencia ni en la posibilidad de explotar su lado femenino. Sin embargo, en aquel casino, se sentían libres para descubrir partes de sí mismas que desconocían. No se trataba sólo de estar guapas; era una exploración de quiénes eran más allá de la guerra, más allá de la lealtad ciega a su invocador.

Así, con cada mirada, cada sonrisa y cada gesto practicados frente al espejo, las Scathach estaban formando una nueva identidad, una que combinaba la ferocidad de sus habilidades de combate con la delicadeza de su feminidad. En ese momento, no había necesidad de competir ni de luchar. Sabían que su invocador apreciaría esta nueva faceta de sí mismos, y se sentían orgullosos de su elección.

La noche continuó mientras los Scathach seguían perfeccionando su presencia en el casino. En sus mentes, el propósito seguía siendo el mismo: agradar. Pero ahora, habían encontrado una forma de hacerlo que no implicaba derramamiento de sangre ni demostraciones de fuerza. La devoción que sentían era profunda, ahora también elegante, seductora y femenina.

Cada Scathach se convirtió en una imagen de gracia y poder, dispuesta a cumplir su misión de una forma que nunca antes hubiera imaginado. En el casino, entre luces y espejos, su propósito se transformó en algo más sutil: una muestra de lealtad que trascendía la violencia, utilizando su recién descubierta feminidad como su arma de devoción más poderosa y silenciosa.




Hipnosis masiva. Scathach TG Parte 1.

En un pueblo tranquilo y corriente, un joven llamado Ethan llevaba una vida rutinaria y monótona, anhelando aventuras y, sobre todo, compañía. Pasaba los días absorto en libros de magia y ocultismo, buscando cualquier hechizo que pudiera cambiar su vida. Una noche, mientras exploraba una vieja y polvorienta librería, encontró un libro que parecía olvidado por el tiempo. Su cubierta estaba llena de polvo y sus páginas amarillentas, pero lo que más le llamó la atención fue el título: «Invocar al compañero perfecto».

La descripción prometía al lector la capacidad de invocar a un compañero fuerte, hábil en el combate y, a la vez, leal y devoto al invocador. Encantado con la idea, Ethan decidió coger el libro sin pensárselo dos veces. Pasó toda la noche preparando el ritual, decidido a hacer realidad su fantasía de tener un poderoso guerrero a su lado.

Con las velas encendidas y los símbolos cuidadosamente dibujados en el suelo de su habitación, Ethan recitó las palabras del hechizo. En su mente, visualizó a la mujer de sus sueños: una guerrera impresionante, con habilidades tácticas y mágicas inigualables, pero también alguien que lo miraría con devoción y lealtad inquebrantable. Le vino a la mente el nombre de «Scathach», una leyenda de guerreros celtas, y sintió que encajaba perfectamente con la imagen que deseaba.

Sin embargo, al pronunciar el nombre de Scathach en voz alta, ocurrió algo extraño. El libro empezó a brillar intensamente, y el aire de la habitación se volvió pesado. Antes de que pudiera reaccionar, una explosión de energía le envolvió, dejándole aturdido y haciéndole caer inconsciente.

Cuando despertó, estaba solo en medio de un silencio inquietante. Al mirar a su alrededor, se sorprendió al darse cuenta de que el ritual había desaparecido; no quedaban rastros de las velas ni de los símbolos en el suelo. Pensó que había fracasado, que no había pasado nada, y, decepcionado, salió, inseguro de lo que le esperaba.

Sin embargo, al salir, se encontró con un espectáculo que nunca imaginó posible. La ciudad estaba extrañamente vacía, o eso le pareció al principio. Entonces, en cada esquina, empezó a ver figuras femeninas idénticas, todas con largos cabellos morados, vestidas con armaduras negras, blandiendo lanzas rojas y con ojos rojos que brillaban con determinación. Era Scathach. La Scathach que había intentado invocar... pero cientos de ella. Toda la ciudad estaba llena de mujeres idénticas, ¡todas con la apariencia de la legendaria guerrera!

Ethan sintió una mezcla de pánico y fascinación, preguntándose qué había salido mal con el hechizo. Pero antes de que pudiera reaccionar, uno de los Scathach se fijó en él y se acercó rápidamente, con una sonrisa que mezclaba peligro y ternura.

Scathach nº 1: «Mi invocador, por fin te he encontrado. ¿Te escondías de mí?».

Antes de que pudiera responder, apareció otro Scathach al otro lado de la calle, que también se fijó en él y se acercó con el mismo fervor.

Scathach nº 2: «No lo toques; es mío. Él me invocó primero».

Luego un tercero, luego un cuarto, y así sucesivamente, hasta que la calle se llenó de múltiples Scathach, todos reclamando a Ethan como su legítimo «invocador». En cuestión de segundos, la situación se volvió caótica. Los guerreros empezaron a mirarse con desdén, y pronto, las palabras dieron paso a las batallas. Cada uno parecía decidido a ser el único en ganarse el favor de Ethan.

Las lanzas empezaron a chocar, el suelo temblaba con el impacto de sus movimientos y las paredes de los edificios resonaban con el sonido de sus gritos y las órdenes tácticas que cada uno daba, intentando superar a los demás. La antaño pacífica ciudad se había convertido en un campo de batalla entre innumerables Scathach, todos luchando por la atención y devoción de un solo joven.

Al ver la magnitud de su error y el caos que había desatado, Ethan entró en pánico. Se escabulló por los callejones, intentando escapar de los guerreros que, aunque frenéticos por su lucha entre ellos, aún parecían capaces de percibir su presencia si no tenía cuidado. Finalmente, se deslizó hacia las alcantarillas, buscando refugio en el lugar más alejado del alcance de aquellos insaciables Scathach.

Allí, en la humedad y la oscuridad de las cloacas, Ethan se sentó y dejó caer el libro mágico, ahora arrugado y desgastado. 

Aún podía oír el lejano eco de las batallas en lo alto, los gritos de «¡Es mío!» resonando por toda la ciudad mientras los Scathach continuaban su incansable lucha.

Ethan: «¿Qué he hecho? Sólo quería un compañero, no... esto...».

Pasaron los días y Ethan no se atrevía a salir. Los Scathach habían tomado el control de la ciudad, imponiendo su orden militar pero también luchando entre ellos en cada oportunidad. Ninguno de ellos reconocía a los demás como «el verdadero», cada uno convencido de que ella era la única Scathach legítima y que todos los demás eran meras imitaciones, rivales en la búsqueda de su invocador.

Aislado y solo, Ethan reflexionó sobre su decisión y sobre su egoísmo al intentar invocar a una compañera perfecta sin tener en cuenta las consecuencias. Sabía que no podía seguir escondiéndose para siempre, pero tampoco tenía ningún plan para restablecer el orden.

Un día, mientras las luchas se intensificaban en la superficie y los gritos de los Scathach se hacían más fuertes que nunca, Ethan cerró los ojos y dejó escapar un suspiro resignado. Pensó que tal vez nunca podría deshacer su error, y la ciudad seguiría bajo el control de los incontables Scathach, todos en una lucha interminable por un amor que él mismo había desatado y que no podía controlar.

Y así, en la oscuridad de las alcantarillas, rodeado por la confusión que había causado, Ethan decidió que tal vez su único refugio sería aceptar su destino en la oscuridad, dejando que la ciudad cayera en la eternidad de la batalla entre los Scathach, que nunca permitirían que nadie se interpusiera en su camino... ni siquiera él.




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Bajo el muérdago (Illya y Chloe TG/AR)

La siguiente historia es basada en la siguiente imagen con un toque Yuri lesbico para ver que piensan. La noche de Navidad había sido una no...